Se repitió el guión del partido con el Paterna. Un equipo, el Levante, puso el juego y el otro su superioridad física.
El gol de Guido, al filo del descanso, que igualaba la contienda, paliaba lo injusto de un marcador que no reflejaba la exhibición de juego y ocasiones de los nuestros. Una primera parte de todo el equipo para el recuerdo y un jugador, Guido, que nos emocionó con su velocidad, técnica e inteligencia para superar a rivales que le sacaban medio cuerpo.
La segunda parte fue más igualada al imponerse, a medida que transcurría el partido, la condición física del Ribarroja. Los pelotazos a la espalda de nuestros defensas y la transformación de dos libres directos marcarían la diferencia en el marcador.
Los dos últimos reveses ante los dos primeros clasificados deben de servirnos de revulsivo para corregir errores y redoblar esfuerzos. Hay derrotas que ennoblecen. Los nuestros cayeron de nuevo con grandeza. No renunciaron a llevar la iniciativa, a sacar siempre jugado el balón, a no dar una patada. La hoja de ruta está trazada. Jugando así se puede perder, pero casi siempre se gana. Hay que perseverar en la propuesta mostrada el último mes y seguro que las victorias van a llegar.
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