EL GRAN CAPITÁN

 

El cuento del guatemalteco Monterroso "El Dinosaurio" está considerado como el más corto del mundo. Dice que "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí."
Iván Seguí, Iván, el 6 del Levante U.D., el jugador con más antigüedad del Cadete B, ya estaba cuando los demás nos fuimos incorporando a la familia granota. El era de los pocos jugadores blaugranas que podrían relatarnos cómo era la escuela en 2008, para que todos fuéramos conscientes de dónde venimos. El sabe el valor de una camiseta por vieja y gastada que esté; el conoció la incertidumbre ese verano por el inminente cierre del fútbol base granota y la desbandada de jugadores y entrenadores; el vivió el deambular en busca de campos, el Frontenis Valencia, el Campo de La Peineta, Nazaret ..; el sintió la mirada compasiva de los rivales, tan alejada de la cargada de respeto y temor actual. Era el Levante concursal a punto de su extinción.
Todo eso que parece tan lejano, ocurría hace apenas cinco años e Iván ha sido testigo privilegiado de la transformación experimentada por el club en este espacio de tiempo.

 

 

 

Pero todo eso a nuestro Iván no le detuvo. El solo ha necesitado, junto con su eterna sonrisa, a sus compañeros, un balón, un rival y dos porterías para divertirse y emocionarnos.

 

 

 

 

Llegó de L´Eliana con ocho años para militar en el Benjamín, junto con su padre, Salva Seguí, que iniciaba su carrera como técnico. Desde entonces cerca de 250 partidos con la elástica azulgrana derrochando clase y entrega.  
Su crecimiento como persona y jugador ha sido paralelo al del club. Si en sus inicios conoció el lado oscuro, en los años siguientes ha tenido la suerte de vivir los mejores años del Levante U.D., tanto del primer equipo, como de la cantera.
Capitán en benjamines, alevines y del Infantil Autonómico, tuvo el honor de levantar infinidad de trofeos. Fue nombrado mejor defensa en el Torneo Nacional de Xilxes en 2009 y mejor jugador de la Valencia Cup en 2012 con el campo de Mestalla como escenario.

 

 

 

 

 

Pasó de delantero a convertirse en uno de los mejores laterales derechos nacionales en fútbol siete. Capitaneó al mítico Alevín A que derrotó en el Brunete de Cádiz al Real Madrid en un partido de leyenda.

 

En fútbol once asistimos con escepticismo a su metamorfosis en medio centro defensivo. Tardó un mes en adaptarse a su nuevo puesto y dirigir el mejor juego que ha desarrollado su generación en la escuela.
El año pasado, reubicado de nuevo al lateral, sufrió una grave lesión al inicio de temporada. Se rompió la tibia al caerle encima un jugador del Hércules. Cuando le permitieron jugar, de nuevo regresó con su vitalidad de siempre.
Iván es el jugador que uno siempre ansía tener en su equipo. Incansable, indomable, una pesadilla para los rivales y la referencia para sus compañeros que siempre aparece cuando se le necesita. Tiene además un intangible que multiplica su valor. Su coraje, su espíritu de lucha, su no resignación al infortunio son contagiosos. Transmite su energía a compañeros y seguidores consiguiendo una química que fortalece al grupo.

Nunca pensé que tendría que escribir esta columna. Durante todos estos años he visto incorporarse y marcharse jugadores, pero todas las plantillas tenían un elemento común. El número seis de Iván. Primero estabas tú y luego vinieron todos los demás. En ti muchos hemos identificado lo grande de ser pequeño.
Parece que este año todo lo anterior no sirve. También tú has decidido poner fin a esta magnífica historia y proseguir tu carrera en un nuevo club. Las sombras de estos dos últimos meses, en nada oscurecen uno de los historiales de la escuela granota más brillantes.
Tú Iván, nuestro Iván, capitán de capitanes, nuestro Gran Capitán, puedes mirar atrás y sonreir con legítimo orgullo por todas las horas de entrenamiento, por todos los partidos y torneos disputados, por haber sido un magnífico jugador y un mejor compañero dentro y fuera del campo. Has dignificado la camiseta que durante todos estos años has lucido.














Si los técnicos de la casa han ignorado o desconocen estas virtudes, en el pecado llevan la penitencia. Para siempre quedará el reconocimiento, respeto y gratitud de tus compañeros de equipo y de escuela, de rivales, familiares y amigos.  

 

 

Por todos estos años, por hacernos reír, llorar, saltar,soñar, abrazarnos, por tu eterna sonrisa nos ponemos en pie y gritamos "A sus órdenes, mi Capitán, nuestro Gran Capitán."